jueves, noviembre 24, 2005

Fin de la primera batalla (XXII)



Hace unos días que no escribo y no escribo porque no puedo. La tristeza estaba tan profundamente arraigada en mí que no tenía ganas de nada. Todo eso ya pasó. Forma parte del pasado. Hemos perdido la primera batalla, pero espero que al final ganemos la guerra. En el peor de los casos hay muchas formas de ganar guerras.

El pasado día 21 teníamos cita en la clínica para explicarnos todo el proceso de nuestro primer ciclo y para comentar los posibles pasos a seguir.

Como suponía nuestro gran problema fue que de los diez óvulos que extrajeron a mi mujer tan sólo uno llegó a ser embrión tras el ICSI. Todavía recuerdo las palabras de la doctora: "Esto es totalmente anómalo, apenas le ocurre a un 10% de las parejas que vienen aquí". El número de óvulos estaba bien, aunque un poco bajo para la primera vez, pero los embriones eran escasísimos. Lo normal hubiera sido que se hubieran conseguido seis o siete embriones. Se le hubieran implantado tres y los otros tres podrían quedar para una segunda transferencia si hubiera fallado la primera. Eso hubiera sido lo "normal". Pero lo que nos pasa ya empieza a no ser normal.

Para la edad que tenemos, mi mujer 34 y yo 35, las cosas debían de haber ido mucho mejor. Si a esto añadidos que parece ser que la calidad de los óvulos de mi mujer no es muy buena, las perspectivas son, en principio, simplemente malas. Parece ser que el área pelágica (la "corteza") de los óvulos es muy grueso lo que dificulta la fijación de los embriones al útero.

Por supuesto hay soluciones. Siempre hay soluciones. Incluso para ese 10% de casos anómalos dentro de lo anómalo que ya supone someterse a procesos de Fecundación In Vitro, hay soluciones. Pero esas soluciones forman ya parte de la segunda batalla que empezaré a contar a partir de mañana.

Sólo diré que estos días los he pasado fatal. Todo está siendo mucho más duro de lo que pensaba. Me sentía como un bicho raro. ¿Tanto pido si deseo con todas mis fuerzas ser padre? En fin, eso ya es agua pasada. Ya me siento mucho mejor y con fuerzas para continuar las batallas. Mi mujer como siempre, fenomenal. Lo dicho muchas veces, una campeona.


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