martes, enero 17, 2006

Sorpresas te da la Oficina

Hace ahora cinco o seis días que me llamó el "jefe supremo" a su despacho. Ese jefe supremo que me contrató hace ahora unos tres años y que es el dueño de la Empresa. Ese jefe inaccesible, serio, envejecido por el supuesto excesivo trabajo que realiza y sobre todo ese súper jefe que apenas me ha llamado en un par de ocasiones a su despacho en estos tres años de trabajo.

Puse cara de alelado y le pregunté a mi inmediato superior que era lo que pasaba. Ni me dirigió la palabra, un simple movimiento de sus hombros me indicó que no tenía ni idea, que no le molestara con tonterías, pero que más me valía contarle que pasaba en cuanto saliera del despacho del "súper jefe". Parece mentira lo que un simple movimiento de hombros y una expresión de cara pueden indicar.

Podéis imaginar como iba yo a su despacho, cagadito es decir poco. El caso es que la cosa no era para tanto después de que conozcáis el motivo.

Con un aire solemne, me indicó que si necesitaba dinero para pagar los tratamientos de fertilidad, que contara con la Empresa. Me lo financiarían sin interés y descontándomelo como quisiera de la nómina. La verdad, todo hay que decirlo, es que él ha tenido un niño justo cuando entré, en idénticas circunstancias a las nuestras y como me indicó él mismo, está sensibilizado con el tema. El caso es que me quedé impactado con su sugerencia. No me lo podía creer. Le dije que muchas gracias pero al menos para éste segundo ciclo y para un hipotético tercero teníamos dinero.

Me imagino ahora mismo vuestras caras. ¡Menuda Empresa!, ¡Que suerte tiene!, ¡Vaya jefe!, ¡Que envidia!, etc, etc, etc. Pues os equivocáis. Después del consiguiente subidón de autoestima y de no saber ni como reaccionar, me dije a mi mismo:

- ¿y esto a qué viene ahora?

Él sabía que acabábamos de comenzar el segundo ciclo, ¿por qué no me lo ofreció cuando empezábamos? o mejor ¿por qué no me lo ofreció antes de empezar el segundo ciclo, sabiendo que ya había pagado? No es por desconfiar, pero uno es perro viejo y excepto en contadas Empresas (y ésta no es de ese tipo), nunca se da nada a cambio de nada.

Lo primero que hice fue analizar la situación y llegué a una serie de conclusiones que me hacen matizar muchísimo ese generoso ofrecimiento:

1.- Estamos en enero, mes típico de reivindicaciones salariales. Yo todavía no he pedido ningún aumento desde que entré. Además en esta empresa el término subida salarial lo desconocen.

2.- Lo más importante. Un pajarito me ha soplado que nos vamos a mudar de oficina en breve a otra que está muy muy lejos, en las afueras de Madrid. Firmó el contrato apenas tres días antes de hablar conmigo. El traslado significará, coche, atascos, comida fuera de mi casita, llegar de vuelta a las mil, decir adiós a mis lecturas en el metro, etc. Aunque se creen que nadie lo sabe, por supuesto es la comidilla de la Empresa. Por supuesto a todos nos viene fatal, y conociendo lo poco receptivos que son los jefes a las mejoras salariales, se avecinan unos meses duros de negociación.

Si unimos estos dos puntos críticos en la economía empresarial, el resultado es:

Vamos a tratar de ablandar el corazón a la gente, y conmigo la verdad es que lo tenían chupado. Me ponen el caramelito de la Fecundación y listo. Afortunadamente tenemos dinero de momento, sino estaría en sus garras y a merced de lo que me dijeran. ¿Como iba yo a protestar si me habían ayudado a venir al mundo a mi hijo?

Pensaréis que estoy como una cabra, que soy un insensible y un desagradecido, pero uno ha visto ya tantas cosas raras que desconfía hasta de su sombra. Lo que no hay que negar es que es todo un detallazo, aunque creo que es un detalle envenenado.

Al margen de todo lo dicho una cosa me queda clara, me valoran y cuentan conmigo. Después de tres años, la noticia es para celebrarla.

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