jueves, marzo 30, 2006

El tatuaje

Creo que ya lo he dicho en algún otro post, pero me ratifico. ¡hay gente para todo! Lo que os paso a relatar le ocurrió a mi mujer hace unos días y todavía me pregunto el por qué, ya me comentaréis.

Era una mujer de mediana edad, ejecutiva, alta, morena, buena pinta y sin ningún rasgo que destacar. Es decir, el típico cliente de la empresa donde trabaja mi mujer. Para más señas en una Academia de Idiomas dedicado exclusivamente a Empresas y Ejecutivos de alto nivel. Disponen de algo más de 200 profesores, de todos los idiomas inimaginables, para satisfacer las necesidades educativas de la mayoría de grandes Empresas de España.

Dicha ejecutiva se acercó a recepción y preguntó si podría hablar con alguien del departamento comercial,

- Necesito la traducción urgente de un texto castellano a un dialecto concreto de japonés. Quiero hacerme un tatuaje. He ido a varios sitios y nadie me puede traducir este texto y el tatuador que me lo va a hacer tiene menos idea todavía.

Me imagino la cara que se le quedó a la secretaria y sobre todo lo que pensó,

- ¡Esta tía está loca!

Si la cara de la secretaria debía ser un poema, cuando vio la frase que se quería tatuar, no tuvo ya ninguna duda y pensó,

- Esta tía está de coña, me están gastando una broma. ¿Dónde están las cámaras ocultas?

Al comprobar que el tema no era ninguna broma y que la ejecutiva insistía e insistía, siguió los cauces habituales.

- Espere un segundo, voy a ver si alguien la puede atender.

Era un viernes por la tarde y naturalmente, excepto los fijos de siempre, casi todo el personal se había largado, evitando cualquier tipo de "marrón" de última hora. Lamentablemente entre esos fijos con "abono mensual", estaba mi mujer. Sonó su teléfono,

- Aquí hay una tía rarísima que se quiere tatuar en "chino", no sé que y quiere que le hagamos la traducción. Yo creo que es una broma, ten cuidado. bla bla bla bla....

- No te preocupes, pásamela.

La secretaria acompañó a la ejecutiva hasta una de las salas de reuniones y al poco rato llegó mi mujer, pasó dentro y cerró la puerta. Estoy convencido que al otro lado de la sala debía de estar el escaso personal que todavía estaba en la Academia, tratando de escuchar la conversación entre mi mujer y esa "extraña mujer" que se quería hacer un tatuaje.

La ejecutiva le explico de nuevo todo el asunto a mi mujer. Sólo añadió un detalle, el tatuaje era para el hombro.

Mi mujer estaba extrañada, pero con su simpatía de siempre y tratando de agradar, le comentó que ella quería hacerse otro, un pequeño escarabajo egipcio en el tobillo (¡la verdad es que me tiene frito con ese tema, jajajaj!).

No hay ningún problema, le dijo mi mujer a la ejecutiva. Tenemos traductor jurado de ese dialecto. En cuanto nos de el texto, tiene la traducción realizada en veinticuatro horas.

- ¿Me dice cual es el texto que quiere traducir?

La ejecutiva le pasó rápidamente, en un pequeño papel, las cuatro letras que componían la frase que se quería tatuar en el hombro.

Fue entonces cuando mi mujer pensó lo mismo que la secretaria, ¡esto es una broma! A pesar de ello conservó la compostura y miró fijamente a la ejecutiva tratando de encontrar un resquicio de broma, inocentada, en la cara de aquella mujer... pero no lo encontró.

La ejecutiva sonrió en actitud de alivio, al comprobar que por fin había cumplido su objetivo. Por fin tendría su anhelado tatuaje.

-¡Sólo una cosa!, le dijo mi mujer a la ejecutiva.

Nosotros sólo trabajamos con traductores jurados y cobran un mínimo por texto traducido. En su caso aunque sean 4 palabras le va a salir bastante caro.

- No importa, ese tatuaje es muy importante para mí. ¿De cuánto se trata?

- 60 euros es la tarifa mínima.

- Muy bien perfecto. ¿Lo abono ahora o cuando me entreguen la traducción?

Mi mujer alucinaba en colores. Pagar 60 euros por una traducción de 4 palabras y encima... ESAS PALABRAS... en fin.

Quedaron en que el lunes por la tarde tendría la traducción.

El lunes por la mañana, la anécdota era la comidilla de toda la oficina. Risas y más risas se escuchaban por todos los despachos. Todos querían ver la cara de esa mujer.

A las diez de la mañana llegó la traductora. Una japonesa menudita, bajita y evidentemente muy poquita cosa.

Mi mujer le entregó el texto a traducir.

- No entiendo, respondió la traductora (risas en toda la oficina).

- ¿Cómo que no entiendes?, le dijo mi mujer.

- ¿Qué quiere decir esto?

Mi mujer se pasó algo más de una hora tratando de hacer entender el significado de aquellas cuatro palabras a la traductora. La japonesa ponía cara de asombro una y otra vez.

- Pero si "eso" no existe en japonés... ¡Pues pones lo que más se aproxime!, le respondió mi mujer.

Una hora después le presentó a mi mujer una hoja llena de símbolos imposibles.

- ¿Esto que es?

- Es que hay muchas formas de decirlo en ese dialecto de japonés, contestó la traductora.

La paciencia de mi mujer estaba llegando al límite.

- Mira, escoge el que más te guste y punto.

La traductora escogió el que le pareció más adecuado, lo firmó, puso el sello de la Academia y se marchó.

Ni diez segundos tardaron las cerca de 15 personas que estaban por ahí en rodear a mi mujer tratando de ver la traducción.

En un folio en blanco, aparecían tres extraños simbolitos y nada más. La firma y el sello. Las risas y los comentarios se sucedían uno detrás de otro.

Poco más que contar, a las 5 de la tarde llegó la ejecutiva. En recepción le dieron la traducción. La miró detenidamente, toco delicadamente el folio y sonrió con gesto de alivio. Pagó los 60 euros y salió de la oficina tranquilamente y con paso firme. La cara de todos los que la vieron era de asombro, no entendían nada.

¿Para qué quería tatuarse "eso" en el hombro? ¿Qué oscura historia se escondía detrás de aquellas palabras?... son preguntas que nunca sabré responder.

Me imagino que querréis saber cuales eran esas cuatro misteriosas palabras que quería que le fueran traducidas a un dialecto del japonés, ¿verdad? Pues bien, esas cuatro palabras eran:

"A tomar por culo"

Increible, ¿verdad?....La conducta del ser humano no deja de sorprenderme.



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