jueves, marzo 09, 2006

El lidlcospio

Hay pequeños sueños, aficiones, que nacen en la más tierna infancia y que a medida que vas creciendo vas olvidando porque simplemente no puedes dedicarles tiempo o, como en mi caso, el ansia de conocimiento me lleva a probar otras muchas cosas.

Hoy hablaré de uno de esos sueños, la astronomía. No recuerdo muy bien quien me metió en la cabeza esa afición. Debió de ser algún amigo. Mis padres seguro que no. El caso es que con doce, quince, dieciséis años, me pasaba en la azotea de mi casa de Madrid (antes, y aunque cueste creerlo, se veían las principales constelaciones desde Madrid) y los veranos en Asturias, mirando al cielo. Con algún viejo libro que marcaba las constelaciones de cada mes y con unos prismáticos, me pasaba las noches y sobre todo los fines de semana mirando al cielo. Como podéis comprender mis padres estaban encantados. ¡Me tenían perfectamente controlado! Llegué a conocer los nombres de multitud de estrellas, nebulosas, galaxias...aunque muchas de ellas nunca pude llegar a verlas con mis prismáticos. Ahora que pienso debía de ser un poco "repelente niño Vicente", jajajaj.

Siempre soñé con tener un telescopio decente con el que poder mirar a las estrellas y poder ver los anillos de Saturno y el color anaranjado de Marte.

Esta afición poco a poco empezó a remitir y se fue transformando en otras muchas. Pero el amor a las estrelas nunca ha remitido. La atracción que ejerce un cielo estrellado siempre me ha maravillado y me ha hecho recordar lo insignificante que somos.

Antes de que me ponga más filosófico iré al grano. La semana pasada navegando entre los blogs que suelo visitar, encontré una noticia que me hizo revivir todo ese período. Ponían a la venta en los supermercados Lidl un telescopio que era una auténtica pasada para iniciarse en el mundo de las estrellas. Por 139 euros tenía cien mil artilugios, motor, localizador automático de estrellas, trípode, bolsa de viaje, libro de instrucciones, CD con carta de estrellas y mil chorradillas más.

- ¿Un telescopio en un supermercado? ¡Menuda chorrada!

El caso es que me puse a investigar. Miles de foros de debate hablaban sobre él. El telescopio en cuestión tenía ya fama. Tiene clubs de fans por todo el mundo. Muy buena calidad y un precio inmejorable para un aparato que en circunstancias normales habría costado unos ¡400 euros!.....¡Ya está! ¡Ya lo habían conseguido! ¡Me lo compro! Toda la semana dándole vueltas al asunto. Dónde lo pondré (evidentemente en Asturias), qué se podrá ver, por fin mi sueño realizado....Estaba como un niño con zapatos nuevos.

El caso es que el dichoso Telescopio se ponía a la venta en ciertos supermercados de la cadena el sábado día 4 de marzo. Unidades limitadas.

Había que diseñar una estrategia. Localicé cuatro Lidl cerca de casa, sus horarios y rutas para llegar en coche lo antes posible. Los foros no hacían más que señalar que se agotaban las unidades el mismo día de ponerse a la venta. ¿Tanta gente interesada en telescopios? No puede ser. Mi plan era perfecto.

El viernes me acosté temprano y el sábado 4 me desperté a las 8 de la mañana. Podéis imaginar la cara de asombro de mi mujer al oir el despertador...

- ¡Tú estás loco!

- Sí, sí, loco. ¡Ya verás el supermega telescopio que me voy a comprar!

No cabía en mí de alegría. Ducha, vestirse y a las 8:25 cojo el coche para dirigirme al primer supermercado. Llovía a cántaros, nadie por la calles, sólo algún chaval de vuelta de la marcha del viernes. Mi sonrisa crecía...el telescopio es mío. Llego al primer supermercado a las 8:40. Nadie en la puerta. Aparco al lado y me quedo dentro del coche leyendo el periódico calentito con la calefacción.

8:45: Levanto la mirada. Una madre con su hijo. Un niño con gafas y cara de empollón. ¡Fijo que vienen a por otro telescopio!, jajjaja. Dejémosles que sean los primeros.

8:55: Levanto de nuevo la mirada. La madre, el niño y tres adultos más detrás ¡De dónde han salido esos! ¡Mierda! ¡Si es que soy tonto! Bueno, que no cunda el pánico. Cuatro personas. Por muy limitada que sea la oferta cinco telescopios deben tener. En cualquier caso me abrigo, salgo a la calle y me pongo a la cola.

Me miro y no me lo creo. Un sábado a las 8:55, lloviendo y haciendo una cola....conclusión.....mi mujer es sabia.

A las 9:02 se abre la puerta del supermercado. Los cinco entramos calmados, pero cuando cruzamos el torno de entrada se desatan unos fenómenos difíciles de narrar.

El niño y la madre fueron tranquilamente a por un carrito, los otros tres echaron a correr. Sí, sí, a correr. Los tres teledirigidos hacia una zona del supermercado desconocida para mí (nunca había entrado en un Lidl). Yo no sabía para donde tirar. Iba a remolque. Llegué a la zona de las ofertas y....

¡No quedaba ya ni uno! ¿Cómo es posible? ¡Mierda! Recorrí la zona en busca de alguno olvidado y nada. ¡Nada!....definitivamente mi mujer es sabia. Unos segundos después llegaron la madre y el niño. El pobre se quedó acongojado, casi le caían lagrimillas de los ojos.

Nos acercamos a la caja a preguntar si había más. Respuesta negativa. Se habían puesto todos los que les llegaron. Las 9:05 y no quedaba ni uno. ¡Inaudito! Estas cosas sólo pasan en Madrid.

Y entonces los vi. Allí estaban "esos tres". Los triunfadores del día. Tenían una cara de satisfacción difícil de explicar. Como cuando te toca una loto de tres, o te compras algo de ropa superchula y quieres que todos te vean. No acababa de comprenderlo. ¡Estamos hablando de un telescopio, por Dios! No se puede llevar al fútbol ni presumir, ni nada. Pensaba que era algo minoritario esto de la afición por las estrellas. El caso es que dos de ellos llevaban dos flamantes telescopios de 139 euros cada uno y el tercero, un viejecito, cargaba a duras penas con ¡tres telescopios! Estube a un tris de arrancarle a ese viejecito uno de ellos y salir corriendo, pero poco después me vino la cordura y abandoné la idea. Les miraba con envidia. Una envidia insana, tremendamente insana.

Pero me dije, hoy saliste por un telescopio y lo tendrás ¡Por mis muertos, lo consigo! salí corriendo de allí. Yo creo que pensaron que había robado algo, me da igual....que piensen, que piensen. Eso es bueno.

9:10: estoy dentro del coche. Consulto en mis papeles la localización del segundo supermercado más cercano y arranco. No es que fuera rápido. Es que volaba, jajajaja. Afortunadamente las calles, como quien dice, no estaban puestas y el tráfico era inexistente. La gente debía de alucinar conmigo. En fin, un día es un día.

9:15: aparco en doble fila en el segundo Lidl. Entro como una bala y voy ya directo a la zona de ofertas. ¡Nada! ¡esto es increible! 15 minutos después de abrir y ¡nada! Estas cosas sólo pasan en Madrid. Paso por la caja y la misma estampa que antes. Caras sonrientes y la mía un poema.

9:20: Consulto mis papeles y carrera de coches de nuevo. El despegue y aterrizaje sin novedades.

9:25: Tercer supermercado. Lo mismo. Aquí ya ni había gente en la caja. Se habían ido y ya no quedaba nadie en el supermercado. ¡Quien va ha hacer la compra un sábado a las nueve de la mañana! La moral por los suelos. Me repetí una y mil veces lo idiota que era por no haberme puesto a la cola el primero....

9:30: de vuelta al coche y camino de mi cuarto y último supermercado. Ya no corría. Iba despacio. Entregado a mi triste destino. A mi fracaso. Ya veía la risa de mi mujer.....y el caso es que como siempre, tiene razón. Y encima ¡calado hasta los huesos!

9:40: en doble fila en el último supermercado. Entro tranquilamente. Voy a la zona de ofertas y.......y...................¡Nada! se acabó....Tenía una rabieta de niño pequeño difícil de explicar. Me acerco a la caja y veo a un chico con un telescopio. ¿9:40 y todavía quedaba uno? ¿qué raro? ¿le pregunto? ¿no le pregunto?

- Perdona ¿te llevaste el último telescopio?

- No, no. Hay que pedirlos en caja.

Sí, sí, SI. Había una última oportunidad. Remota pero posible. SIIIIII. Me empiezo a animar. Me pongo en la cola y examino a la gente que tengo delante. Todos con comida. No es probable que vayan a por un telescopio. ¡Venga! ¡Deprisa! que avance la colaaaaaaaa.

En esas estaba, cuando apareció un listillo. Le pregunta directamente a la cajera ¿no quedan teléfonos?

-No, le respondió.
-¿Donde está el encargado? ¡Esto es inaudito! le dijo a la cajera con aire de enfado.

No le perdí de vista ni un segundo. Allí al lado había una puerta y hacia ese lugar se encaminó nuestro listillo. Se pone a hablar con el encargado y éste le saca un teléfono de los que pidió.

-También quería un telescopio...le dijo.

Fue entonces cuando vi que le entregaba uno y le decía:

- Es el último que nos queda. Tómelo.

No tardé ni dos segundos en reaccionar. A voz en grito y con cara de cabreo me dirigí al encargado:

¡Oiga! ¡Que a mí me han dicho que me pusiera en cola para conseguir el telescopio y ese señor no estaba en la cola! (lío a la vista).

El caso es que después de varios gritos, cabreos del listillo, apoyo incondicional hacia mi persona de la cajera y de la gente que estaba en la cola y más y más gritos por mi parte, el encargado me hizo entrega a mí, a este autómata, del último Lidlcospio, jajajaj.

Estaba como un niño con un regalo el día de Reyes. Agarré mi caja con fuerza. Era "mi tessssoro" y nadie me lo iba a quitar ya. Mi rostro cambió y una sonrisa iluminó mi cara. El listillo sin embargo estaba cabreado...¡mala sueeeerte!

En ese momento llegaron dos chicos corriendo y al verme me preguntaron con esperanza en su mirada. Ahora era yo el que les dije que me llevaba el último. Me dijeron que era el tercer Lidl al que iban. Comentamos la jugada y ninguno de esos Lidl eran los que yo había ido....¡increible!

Les deseé suerte y salieron corriendo a toda velocidad. Llegué a casa contentísimo. Allí me esperaba mi mujer que se acababa de levantar. Sólo me hizo un par de preguntas:

- ¿Para qué quieres eso? ¿Para mirar a las chicas de la casa de enfrente?

Sólo pude reirme con ella, abrazarla y darle un beso. Las mujeres son sabias, no lo olvidéis. En cualquier caso y como moraleja, deciros que los sueños infantiles a veces se cumplen....os lo aseguro.

Horas despues, ya tranquilo, me metí en la página de Internet del Supermercado y dejé mis datos para que me enviaran todas las ofertas al correo electrónico ¿Cuál será el siguiente objeto de culto que tendré que cazar?

No hay comentarios: