miércoles, mayo 25, 2005

Diario de un espermiograma II




Siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, .....por fin llegó el gran día.

Me levanto con muchos nervios.........no entiendo porqué, todo lo que tengo que hacer hoy es algo muy conocido y repetido muchas veces, la verdad.

El caso es que inicio mi proceso de extracción tal y como me indicaron que lo hiciera (ver primera parte). Después de percatarme de que no había "daños colaterales" observo el bote con atención y lo primero que me viene a la cabeza es: ¡Que poco!....¿será suficiente? ¿tendré que hacerlo dos veces? Todas las preguntas del típico orgullo varonil aparecieron en mi mente...los nervios crecen más y más.

Después de tapar el botecillo transparente lo meto en una bolsa (no es cuestión de ser tan moderno de ir enseñándolo por la calle como si nada) y me dirijo raudo y veloz al laboratorio de análisis.

Afortunadamente está muy cerca, llevo en apenas 5 minutos. Primeros nervios en la consulta: ¡está vacía! ¡No hay nadie!.....y pienso: ¿pero donde demonios voy yo a dejar ésto que es algo mío, personal e intransferible? ¿serán buenos analistas? en fin las cosas propias que se piensan en una consulta de un médico mientras se espera.

Me piden el carnet del seguro, les entrego el botecillo con la muestra y llega la pregunta clave de la enfermera:

¿a qué hora se tomó la muestra? - con una mirada directa a mis ojos.

Trago saliva y respondo como si tal cosa, hace cinco minutos, vivo en la calle de al lado.

La verdad es que sonó muy convincente y natural pero estaba sudando como un cochino.

Pensé que ahí acababa todo, pero no fue así ya que la enfermera estaba totalmente dispuesta a hacerme sufrir un poco más:

- ¿ha seguido las instrucciones del doctor?

- Sí, claro

Por si se me habían olvidado, me las vuelve a recordar, por si la hubiera engañado:

* 7 días sin mantener "relaciones maritales" (ver comentarios a este punto en el capítulo I).

* Extracción por masturbación, directamente al bote y sin preservativo.

Yo a todo respondía que sí con total firmeza. Lo único que quería era salir de allí.

Cuando creía que todo había concluído, todavía quedaba un último paso, la última pregunta, la pregunta de las preguntas:

¿no se habrá masturbado durante ese período?

No sabía si llorar, morirme de la risa o salir corriendo. Le respondí la verdad, que no había hecho nada sexual en ese período. La enfermera parecía estar satisfecha con mis respuesta y por fin me dejó libre.

Una vez en el metro y de camino a la oficina me vino el bajón. Bajón por no saber si seré útil o no. Bajón porque me sentía humillado. Bajón porque quiero ser como todas las personas normales que tienen un hijo sin necesidad de tanta prueba. Bajón porque igual no estoy a la altura de las circunstancias.

En fin, las tonterías propias que nos hacemos los hombres...

En dos días tengo los análisis....ya veremos que ocurre.

Seguiremos informando.

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