viernes, diciembre 17, 2004

A propósito de mi perro...


El otro día, Miss Anjali, comentaba a propósito de la foto de mi perro: “tu perro es divinooooo! dan unas ganas locas de acariciarlo si parece de peluche todo acolchadito!”. Quería hacer unos breves comentarios al respecto:

Mi querido perro, se llama Flap, tiene ahora mismo 11 años. Sólo deciros una cosa…las apariencias engañan. Desde que nació y hasta hoy se ha comido:

1.- La puerta de casa varias veces. Primero estaba acolchada y la devoró. Luego dejamos la madera vista…la devoró (todavía recuerdo sus dientes llenos de astillitas…¡que horror!). Pusimos una plancha metálica por dentro de unos 50 cm. de altura que evidentemente no devoró, pero se ponía de pie y comía la puerta a partir de los susodichos 50 cm. Ahora la puerta parece un búnker con una plancha metálica de más de 1 metro de altura.

No sólo se comió nuestra puerta. Una vez se nos ocurrió dejarlo solo en casa de mis abuelos…ni os cuento lo que ocurrió.

2.- Una tapicería de unas butacas, en casa de mis padres, que había hecho mi bisabuela en punto de cruz ni se sabe cuando…la devoró. Todavía recuerdo los gritos de mi madre.

3.- Es un perro superlisto, le encata la lectura. Saca de las librerías todos los libros que quedan a su alcance, ahora tenemos que enseñarlo a ponerlos en su sitio.

4.- Los zócalos son su debilidad. Si veis uno sin morder os regalo la casa.

5.- Hemos decidido llevarlo al circo ya que abre las puertas de casa y también las del coche. Todo iba bien hasta que un día comíamos en un restaurante y apareció el susodicho perro. Habíamos aparcado el coche a más de 500 metros del restaurante.

6.- Es un portento, ¡No tiene vértigo!. Una vez en nuestra casa de Asturias lo vimos subido al tejado. Debe ser que quería mirar al mar, salió por la ventana del piso superior y se pasó allí más de dos horas. Casi tuvimos que avisar a los bomberos ya que no había forma humana de hacerlo bajar de allí.

7.- No puede ver a ninguno de su especie, por lo que siempre va atado. Todavía recuerdo cuando se tiró a un mastín, le agarró del cuello y no había manera de que soltara al pobre perro. ¡Casi lo ahoga!


Todo este lío empezó un año después de que se muriera mi primer perro, un cocker spaniel. Mi padre decidió que estaba cansado de perros tranquilos y aseguraba que necesitaba uno más espabilado. Mira que le dijimos que en el libro ponía que los fox terrier son muy nerviosos…no hubo forma.

Once años después seguimos enamorados de aquel precioso cachorro de 2 meses, que encandiló a toda la familia con sus gracias. Once años después sigo queriendo a mi perro como el primer día.

Después de once años seguimos sacrificando nuestro tiempo para pasearle 4 veces al día y rehacer posibles vacaciones para que no pase ni un solo día sin nosotros... su familia.

Todos estos sacrificios los seguiremos haciendo hasta el día en que nos deje. Le daremos todo lo que podamos porque él nos lo devuelve con creces cada día. Quien tenga perro sabe de lo que estoy hablando ¿verdad?

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