lunes, diciembre 12, 2005

Modernizarse o morir


Hace unos días vimos una película que me encantó y que recomiendo que veáis, "La Historia del camello que llora". Con un estilo puro y limpio, narra la historia de una familia nómada de Mongolia. Pero lo que más me llamó la atención fue el choque cultural de esta gente con la civilización occidental. Dicho enfrentamiento se refleja, sobre todo, en la ¿necesidad? de comprar una televisión. Para ello tuvieron que comprar una antena parabólica y una batería para alimentar la tele. En ese punto acaba la película, pero no hay que ser muy listo para comprender que ese leve toque de modernidad supondrá el principio de su fin, de su cultura y de sus modos de vida.

Salvando las distancias, en mi pueblo este verano ha pasado algo parecido a lo de los nómadas de Mongolia. Como sabéis mi familia procede de un pequeño pueblo pesquero asturiano que poco a poco va cambiando sus costumbres y del que lamentablemente queda muy poco de aquel que conocí cuando era niño.

En cualquier caso lo que he podido ver éste verano me ha dejado atónito. En dicho pueblo, se han puesto de moda las maquinitas de comida automática, esas que metes unas monedas y te sueltan unos cacahuetes, un kitkat o una bolsa de patatas, y como no podía ser de otra forma, todo el pueblo se ha llenado de las dichosas maquinas. A pesar de que la fisonomía del pueblo se parezca cada vez más a una ciudad con pretensiones, más que a un delicioso pueblo pesquero, podemos decir que hasta aquí todo es más o menos normal.

Cuando yo era pequeño y queríamos pescar lo primero era buscar la carnada, es decir los gusanos, en mi pueblo "xorra". Era lo más emocionante, si había poco tiempo íbamos a la playa y cogíamos gran cantidad de "xorras" muy blandas pero que servían si teníamos mucha prisa. Si disponíamos de más tiempo, buscábamos la "xorra" de roca. Costaba mucho localizarla, pero la dureza de su piel la hacía aguantar las acometidas de los peces una y mil veces.

A medida que crecimos, lo que nos había entretenido tanto, la búsqueda de la carnada, se nos volvía cada vez más pesado y por un módico precio siempre había algún pescador que te vendía una caja de relucientes "xorras" listas para utilizar.

No hará ni cinco años llamamos a la puerta de aquel pescador en busca de su "deliciosa xorra" y cual no fue nuestra sorpresa cuando nos dijo:

-¿China o americana? La china es más blanda y barata y la americana de mejor calidad.

Increíble, hasta la xorra la importan ahora de China, y no es que no quede en nuestras costas, sino que es más barata traerla de vete tú a saber donde y encima llega ¡Viva!

Aquí podía haber acabado mi historia de la modernización de mi pueblo, pero la realidad supera en muchos casos la mente más calenturienta.

Analizando las dichosas máquinas expendedoras de comida comprobé que una de ellas vendía....si sí, lo que estáis pensando en este preciso momento "GUSANOS", "XORRA". Como podéis ver en las fotos, entre latas de refrescos, patatas y kitkat, había cajitas transparentes con gusanos vivos. Fijándome más, también encontré cajas de anzuelos, plomos y hasta boyas. ¡El colmo de la modernidad! Carnada disponible las 24 horas del día y totalmente visible para que el cliente pueda comprobar su estado.... ¿Qué más innovaciones se pueden pedir al antiguo arte de la pesca?... Si mi abuelo levantara la cabeza....

Evidentemente en este episodio de modernidad siempre se distingue claramente que estamos en un pueblo. Si esto ocurriera en Madrid, a las 24 horas la máquina estaría precintada por el Ministerio de Sanidad, el propietario denunciado por mezclar gusanos y anzuelos con comida humana y la noticia sería portada de telediarios, radios y prensa. En mi pueblo la autoridad sanitaria bastante tiene con atender el dispensario médico todos los días. En estos pequeños detalles, mi pueblo sigue siendo el de siempre... afortunadamente.

¡Feliz Navidad!


No hay comentarios: