domingo, mayo 27, 2007

¿Seremos ya tres?





Hace apenas 72 horas han ocurrido una serie de cosas que "puede" que cambien totalmente nuestra vida. Todo empezó el 24 de mayo, exactamente 1 día antes de cumplir 4 meses en lista de espera para la asignación de nuestro deseado hijo.

Jueves 24 de mayo de 2007, 12:03 PM

Suena el teléfono de mi móvil. Un número desconocido me llamaba insistentemente. Lo cojo,

- ¿Enrique?

* Sí, soy yo.

- Soy..... de la Agencia.

En aquel momento mi corazón me dio un vuelco. Sería para cualquier tontería. No puede ser. Es demasiado pronto, no puede ser.

- Te llamaba porque quería comentaros una cosa, necesitaría veros cuanto antes.

Su voz era seca, aséptica, con aire de indiferencia, sin alegría, sin pena, en todo caso preocupación. Dicha preocupación se transmitió de inmediato a mí.

* ¿Qué ocurre? ¿Pasa algo?

- Bueno, preferiría decíroslo en directo. Hay un niño, no se si os interesará, tiene alguna cosa, no se...

* ¿Cómo que un niño? ¿Ya nos han asignado un niño?

- No, no. Esto viene por otro cauce. Todo legal, pero viene por otro lado. Es mejor que os lo explique en directo ¿Cuándo os puedo ver?

* Pero ese niño ¿está muy mal?

- No, no, pero tiene alguna cosilla. No se como suelen reaccionar los futuros padres ante esto y nunca se como explicarlo. Mejor os lo cuento cuanto antes.

* Pero si no lo aceptamos, ¿Seguiremos en lista de espera? ¿No retrasará nuestra asignación sino lo aceptamos?

- No, no. Por eso no te preocupes. Esto sigue otros conductos.

Mi cabeza giraba y giraba sin sentido tratando de comprender todo lo que me estaba diciendo. ¿Había llegado ya el momento? Habíamos especificado que queríamos un niño sano ¿A qué viene esto? ¿Están jugando con nosotros?, esto no se hace. Si ya es duro afrontar el proceso de adopción, presentarte a un niño que puedes o no puedes aceptar es aún más duro.

* Muy bien, llamo a Isabel y te llamo inmediatamente.

No sabía ni por donde empezar. Se lo cuento tratando de quitarle peso. Tratando de recalcar que no pasaba nada, que sino lo aceptamos no influía nada en nuestra lista de espera, pero pasó lo que tenía que pasar. Se echó a llorar, y así continuó durante dos o tres largas horas en donde su único consuelo fueron sus compañeros de trabajo ¿Cómo nos hacían esto? ¿Con qué cara rechazaba yo a un niño que tenía "algo"? Son personas humanas, no objetos.

En cualquier caso el proceso de adopción es así. A veces frío, a veces cálido y a veces como en este caso tremendamente injusto.

Jueves 24 de mayo, 12:30 PM.

Llamo a la Agencia y quedamos a las 7 de la tarde del mismo día.

Después de mucho tirar de la lengua consigo sacarle que se trata de una niña. Una niña, dios mío. Lo que siempre deseamos y creíamos que no sería posible ya que en Filipinas hay una proporción abrumadora de niños. ¿Cómo nos hacen esto? Porque juegan con nosotros, con nuestros sentimientos.

Ahora sólo sirve una cosa, tranquilidad. Evidentemente ese día no hice nada en la oficina. Hacía clic con mi ratón de vez en cuando. Mi cabeza volaba. Mi cabeza estaba en Asturias. Mi cabeza unía mi mano al de una niña en esa playa que tanto deseo compartir con ella. Una niña sin forma, sin rasgos, pequeña y poco más. Fue imposible parar ese pensamiento durante todo el día. ¿Qué le pasará?

Siempre pensé que este momento sería muy diferente. Como muchas de otras familias a las que conocemos llegaría deprisa, con mucha alegría y en seguida lo contaríamos al mundo entero, pero en este caso ¿Qué podíamos contar?, ¿Que a lo mejor sí o a lo mejor no? si fuera lo segundo la caída sería mucho más grande. Sólo a los más cercanos.

1ª llamada. A mi eterno confidente en temas de adopción, que fue contundente y llena de emoción. Es ella, sé que es ella, lo presiento, lo se. Pero por si acaso, no la mires, no veas su foto. No leas su expediente. Cuanto menos sepas mucho mejor. No crees lazos con alguien que quizá no sea, aunque se que es ella.

Mi corazón dio otro vuelco y mis lágrimas no pudieron más.

A duras penas realizo mi segunda llamada. A mi madre. Trato de explicarle pero es difícil de hacer entender estas cosas. Su nerviosismo le impidió respirar ese día y dudo que todavía se le haya pasado.

Y ahí quedó la cosa. Nadie más lo sabe. Nadie más. No quiero difundir una alegría que quizá no sea. No quiero que nos animen, que nos den ánimos porque sé que luego las caídas son aún mucho peores y además en soledad.

A duras penas consigo comer unos bocados. Tengo un nudo en el estómago que lo impide. Apenas leo el periódico que es mi fiel compañero en mis comidas. Mis ojos miran a las líneas de papel, pero mi cabeza está dibujando otra historia bien diferente a miles de kilómetros de distancia. No puedo pararlo, es inevitable.

Decido irme a las 5 de la tarde. No tiene sentido. No estoy haciendo nada. Tomo los transportes más lentos, escucho la música más triste y trato de llegar a tiempo a la cita en la Agencia.

Llego con una hora de adelante. A las 6.

- ¿Ya estás ahí? Me dice mi mujer por teléfono... y se ríe.... Por primera vez en el día la encuentro algo más relajada. Paseo para hacer tiempo y las 6:30 subo a la Agencia.

A las 6:45 llega mi mujer. Nos miramos. Su cara es un poema. Tiene los nervios a flor de piel y sólo una mirada es suficiente para hacerla llorar. Trato de calmarla y hacerme el fuerte y aparentemente lo consigo.

Por fin llega el momento. Viernes 24 de mayo de 2007. 7 PM

Nos pasan a una sala y enseguida aparece nuestra persona de contacto con una sonrisa de oreja a oreja. Nuestras caras serias e inexpresivas. A la espera. Mi mujer lista a saltarle a la yugular para decirle que esto no se hace así... ese momento afortunadamente nunca llegaría.

La niña es una menor de dos años. Está en un orfanato a las afueras de Manila y tiene lo que podríamos denominar un retraso psicomotriz (bajo tono muscular). Apenas nada. En China hubiera pasado desapercibida. Hubiera sido una niña normal, pero en Filipinas no. En Filipinas lo detectaron y le pusieron un fisioterapeuta. Nos entregan dos informes de septiembre de 2006 y febrero de 2007 donde se aprecia la mejoría. Gateaba. En cualquier caso está en la lista de niños con dificultades especiales y eso asusta mucho.

Una asistente social filipina llamó a la asistente social del orfanato de una tía de Isabel y le contó el caso. Le preguntó si conocía alguna pareja interesada. Ella inmediatamente pensó en nosotros. La niña apenas lleva unos días en la lista y no debemos preocuparnos. Si decimos que no, no pasa nada. Tendrá padres inmediatamente. ¿Queremos seguir adelante? Sino queremos no pasa nada. Llevamos muy poco en lista de espera y en unos meses nos asignarán otro niño.

¿Qué hacer? Nuestro corazón pudo más pero con condiciones. Nosotros tomaríamos las riendas del tema. Un familiar nuestro iría a verla y llevaría a médicos para que la hicieran pruebas exhaustivas. De eso dependerá nuestra decisión. Sólo de eso. Somos unos cobardes y queremos un hijo sano. Todo lo sano que podamos preveer. Pensaron en nosotros ya que teníamos la posibilidad de verla. En eso quedamos con la Agencia.

Desde ese momento no hemos parado. Esa misma noche reunimos a mis padres y se lo comunicamos. Apoyo total y totalmente de acuerdo en la decisión. Mi mujer llama a su amiga del alma que no puede contener los gritos de emoción.

- ¡¡¡Es ella, Isabel!!!, estoy segura. Nuevos lloros.

Estamos agotados. Aún así llamamos a una tía de Isabel y nos da los contactos de dos médicos en Manila de total confianza. Un pediatra y un neurólogo infantil. Ellos, junto con una prima de mi mujer serán los encargados de decidir. De ser nuestros ojos y nuestro corazón. Difícil labor la verdad.

Llamada a una pediatra española de nuestra confianza en España. Le leemos el informe en inglés. Su respuesta no puede ser más contundente. Lo que tiene esa niña no es NADA. Esa niña no tiene nada que no se cure con amor y rehabilitación. Aun así sentimos miedo. Mucho miedo.

Aquella noche del jueves fue terrible. Yo apenas dormí 3 horas y mi mujer ni eso. Se levantó a las 5 de la mañana del día 25 para empezar la ronda de llamadas con Filipinas (por la diferencia horaria) con las que planificar todo. Desafortunadamente hasta el lunes o martes no se podría hacer nada. Un dato sacamos en claro de la nueva información que nos dieron. La niña ya andaba por ella misma. Eso es un muy buen dato.

Hoy es ya domingo. La cabeza no ha parado todo el fin de semana. ¿Cómo estará? ¿Cómo será? ¿Estará bien atendida? ¿Será realmente nuestra hija? Tiene nariz chata. Es lo único que sabemos y ese dato es suficiente para completar el resto de su cara. Un esbozo que la cabeza compone una y mil veces en mil y una combinaciones.

He de reconocer que la cosa pinta muy bien. Pero hay que tener la cabeza y el corazón frío. Aunque la aceptemos, posteriormente lo deberá aceptar el Orfanato y el Ministerio filipino (ICAB). Aunque dudamos que eso sea un impedimento.

Mientras tanto nuestras cabezas no paran de soñar, de correr, de volar y de amar a un ser pequeñito que quizá nos está ya esperando a miles de kilómetros de distancia. ¿Nos sentirá como nosotros ya la sentimos a ella? ¿Seremos ya tres?


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