martes, mayo 29, 2007

Carta a un hermano desaparecido





Esta carta la empecé hace tiempo, pero nunca logro terminarla, de ahí la diferencia de fechas y tiempos, en cualquier caso la dejo tal y como la he ido escribiendo.

Querido Flap,

Hace ahora tres días (6 de abril de 2007) que te fuiste y no consigo quitarte de mi cabeza. Te veo en todos los sitios a los que miro, porque estabas y compartías cada rincón de nuestras vidas. Te fuiste desde el sitio que más querías y donde más disfrutabas, nuestra casa de Asturias, y puedo asegurarte que nuestras vacaciones de Semana Santa terminaron el pasado viernes, en el mismo momento en que decidiste dejarnos. Para una familia tan pequeña como la nuestra, éramos cinco contigo, habitando en una casa tan grande y tan llena de recuerdos acumulados por los que nos precedieron, tu ausencia se volvió insoportable. Tus voces altisonantes, tus acogidas tan fuera de tono cada vez que nos veías, tu perpetua simpatía hacia todos, tus cariños que llegaban a empalagar, tus constantes ganas de jugar y de salir a la calle justo cuando estábamos durmiendo la siesta o tomando el sol y sobre todo tu eterna compañía, nunca la olvidaremos.

Sabes que cuando llegaste, papá te tomó como el nieto que todavía no ha llegado y no como el hijo que eras. Siempre te aprovechaste de esa circunstancia y supiste explotar a nuestros padres hasta convertirte en un perfecto maleducado, pero todo eso es ahora agua pasada, ya que en mi cabeza sólo hay sitio para los buenos momentos.

Te recuerdo una y mil veces en nuestros paseos al borde del mar, por la playa o por la montaña. Te recuerdo saltando en esos campos asturianos donde la hierba nos llegaba hasta la cintura y donde tú más disfrutabas. Te recuerdo dinámico, fuerte y hablando sin parar una y mil veces hasta hacernos enfadar de pura desesperación... si supieras cuanto lo hecho de menos llorarías como yo lo hago cada vez que repaso esta carta una y mil veces.

Al menos me queda el consuelo de que a nuestro lado SIEMPRE fuiste feliz. Lo más feliz de nunca alguien como tú pudo jamás imaginar. Nunca te faltó de nada y en estos días cuando guardaba todas tus cosas nos dimos cuenta aun más de esto. No pasaste ni un sólo día de tu vida sin la compañía de alguno de nosotros cuatro. Ni un día.

Han sido trece años, 11 meses y unos días de entrega mutua. Y aunque ahora que ya no estás es fácil decirlo, te echo tanto de menos que me duele sólo el echo de pronunciarlo.

Tu partida era esperada desde hacía tiempo. Apenas cumpliste los 13 años empezaron los achaques que más o menos venías arrastrando de lejos. Una incipiente ceguera, problemas de oído, corazón, pero sobre todo ese sangrado cada vez que ibas a hacer pis y que tanto nos desesperaba a todos. Fuiste el mejor enfermo que familia haya deseado nunca. De tu boca jamás salió un lamento o una cara larga. Todo fue alegría y ánimos hacia nosotros. Y así fue hasta el último segundo de tu existencia.

El viernes 6 de abril se precipitó todo. No podías hacer pis. A pesar de eso insistías en ir a la calle, en jugar, en hablar a gritos y en acompañarnos a todos lados. Nunca pensamos que ese soleado día sería el último para tí. Una vez más te llevamos al médico. Ese lugar que tanto odiabas y que te hacía temblar de pies a cabeza. Ya nunca saldrías de ahí. Tu vejiga estaba llena de coágulos y aunque tú no lo demostrabas la doctora decía que estabas sufriendo, que lo único que podía hacer por tí era darte calmantes.

Papá no quería hacerlo. Te quería a su lado a toda costa. Yo tuve que tomar las riendas y hablar por todos. Necesito saber que fue la decisión que tomé fue correcta. Cargaré con ella el resto de mi vida, pero creo que fue la más acertada. Aunque aparentemente estabas bien, tu cuerpo por dentro empezaba su final.

Tal y como sucedió siempre te recordaremos alegre, contento y lleno de amor hacia todos nosotros. La despedida fue muy dura. Quizá uno de los momentos más duros de mi vida. Tu familia como podías ver y sentir era un mar de lágrimas. La doctora te cogió en brazos y yo a duras penas pude quitarte la correa y darte un beso... las lágrimas me impedían verte.

Papá le imploró a la doctora que todo fuera rápido, lo más rápido que pudiera. Nos alejamos de la clínica sin mirarnos y pensando lo que había pasado. repasando mentalmente todos los momentos buenos que nos habías dado. Aquella misma mañana estabas con nosotros y apenas 4 horas después ya no estabas.

Cuando volvimos a casa y se lo dijimos a mamá no se lo podía creer. Un grito desgarrador traspasó todas las paredes de la casa y sólo pude abrazarla para tratar de consolarla.

Han pasado ya un par de meses, pero te seguimos viendo en cada rincón de la casa. Te veo, te siento y te huelo por todas partes.

Me hubiera encantado, hubiera deseado que conocieras a mi futuro hijo. Tener una foto de los dos. De dos de las personas más queridas por mí. Una que fue real durante 14 años y otra que lo será dentro de poco tiempo. Pero no pudo ser. Te quisiste ir antes y ante eso nada se puede hacer.

En cualquier caso mi hijo conocerá el profundo amor que tu familia tenía por los de tu especie. Amará y respetará cada ser viviente de este planeta en el que nos ha tocado vivir, y estoy seguro que igual que yo no olvido a otros "hermanos" de mi padre y de mi madre que nunca conocí, él tampoco te olvidará.

Estés donde estés, nunca te olvidaremos. Hasta siempre.

Que la tierra te sea leve.


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