martes, septiembre 12, 2006

¡Lo congelado no caduca!


Cuando eres pequeño, hay frases de tus progenitores que nuncan se olvidan. La que sitúo en la cabecera del post, es una de ellas. Mi madre la dice mil veces aludiendo a la capacidad de aguante que tiene un producto, durante "décadas", en la nevera.

Las pocas veces que mi padre y yo hemos podido acceder a "su" congelador, nos hemos llevado unas sorpresas impresionantes. Después, y tras un meditado y provocado "consejo" familiar , tratábamos infructuosamente de convencer a mi madre para que tirara muchos de esos productos, que llevaban años y años y de cuya existencia nadie ya se acordaba.

Nuestros intentos fueron siempre inútiles. Lo único que consegíamos era un enfado de mi madre, que ante frases tan lapidarias como las siguientes, no había más remedio que agachar las orejas y huir en dirección contraria:

- ¡No tenéis ni idea! , ¡Pero quien cocina en esta casa!

Las siguientes semanas después de estos intercambios amistosos de pareceres eran horribles para mi padre y para mí. Cada vez que nos sentábamos a comer, mirábamos con miedo la comida.

- ¿Será congelada? ¿Será de alguno de los paquetes caducados?

Sudores fríos recorrían nuestras frentes y comíamos rápido y sin mirar a mi madre para pasar el trago lo más rápido posible. Sabíamos perfectamente que si mi padre y yo intercambiábamos la más leve mirada, nuestra madre sospecharía de nuestros pensamientos y una nueva "bronca" caería sobre nosotros.

Haciendo honor a la verdad, nunca, en mis 35 años de existencia pasó nada. Absolutamente nada. Pero todo eso cambió hace apenas 48 horas.

Mi madre sigue en el "Paraiso Natural", de vacaciones, mientras mi padre y yo nos ganamos la vida en sendos trabajos. El caso es que el otro día me llamó mi padre al teléfono del trabajo. Me sorprendió muchísimo, ya que casi nunca me llama, así que la primera reacción fue de sobresalto:

- ¿Pasa algo papá?

* Estoy en la cama.

- ¿Cómo? ¿Te pasa algo? ¿Quieres que vayamos allí?

* No, no. Ya estoy mejor.

El caso es que ante las nula disposición de mi padre para la cocina, su dieta a la hora de cenar consisten en bocadillos y sí, eso que estáis imaginando: "CONGELADOS".

La noche anterior había tocado congelados y eligió una "pizza" que tenía una pinta estupenda. Como los años no pasan en balde y las etiquetas de caducidad cada vez las hacen más pequeñas, no se dio ni cuenta que la pizza llevaba ya caducada la friolera de ¡tres años! Resultado, se pasó toda la noche y parte del día siguiente vomitando sin parar.

Ese mismo día, nada más salir del trabajo fuí a la cocina de mis padres. Me armé de valor al desafiar una ley de mi madre de no tirar comida a la basura y me dispuse a hacer de "Torquemada Inquisidor" en el congelador. Mi padre y yo no salíamos de nuestro asombro. Carcajada tras carcajada tras sacar envases que llevaban 1, 2, 3 y el record mundial de los congelados : ¡10 años caducado!. El objeto del record eran unas espinacas que debíamos de haberlas llevado a un Museo para que las pusieran en una vitrina como las más antiguas del mundo.

En fin "amiguitos", la moraleja del día: los padres son sabios, hay que hacerles caso.... pero hasta cierto punto. Lo más importante es el sentido común.

Por cierto, mi madre no sabe nada de esta "aventura". El día que regrese mi madre de vacaciones, mi padre seguramente estará de "viaje". No queremos ni pensar la cara que pondrá al ver su congelador medio vacío. Y yo por supuesto, no se nada de todo esto que acabo de contar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola eso q cuentas es verdad o es mentiras