viernes, enero 21, 2005

Rectificar es de sabios

Pocos días antes de navidad, un proveedor nos regaló un estupendo jamón de Guijuelo a mi jefe y a mí. En un acto totalmente altruistra y dejándonos llevar por el espíritu navideño, decidimos compartirlo con el resto de compañeros de la oficina. Sólo teníamos que llevarlo deshuesar a una charcutería.

Los días fueron pasando y mi jefe, que se había ofrecido a llevarlo, no encontraba tiempo. Resultado: ante mi total asombro, mi superior, ese ser muchas veces frío y calculador me dijo que me lo llevara a casa yo, que era para mí. Casi echo la lagrimilla. A veces son humanos. Sólo faltó que hubiera completado la frase con un "porque te lo mereces". Entonces si que la hubiera echado.

Moraleja: no todo el mundo es como uno mismo, ni sabe lo que en cada momento necesitamos. A veces, quizá exigimos demasiado.

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