viernes, abril 28, 2006

El pasaporte

Mi mujer vuelve a ser filipina de pleno derecho. Ayer le entregaron su pasaporte.

Hace unos 15 años, mi mujer y sus padres decidieron hacerse españoles. La razón no es otra que la comodidad de cualquier pasaporte europeo, que te permite moverte por medio mundo sin necesidad de engorrosos visados, que eran necesarios con el pasaporte filipino. Curiosamente en su pasaporte filipino hay un país que excluye totalmente, con o sin visado, Iraq. La verdad es que, en nuestros panes inmediatos, no estaba contemplada la posibilidad de viajar a Iraq, jajaja.


Al hacerse españoles, no perdieron la nacionalidad filipina, ¡ventajas de ser excolonia!, aunque sus lazos psicológicos se fueron poco a poco disolviendo.

Ahora, ha habido una razón de peso para "restaurar" la nacionalidad filipina, la adopción de nuestro futuro hijo/a. Parece ser que siendo uno de los padres filipino, tenemos preferencia en la adjudicación de niños sobre todos los extranjeros, sin ningún tipo de vinculación con el país.

Con este pequeño gesto de rehabilitar el pasaporte, damos otro pequeño paso en nuestra lucha particular. Esperemos que realmente sirva de algo.


Para celebrar tan estupenda noticia, nos vamos de vacaciones (es puente en Madrid hasta el próximo miércoles), al único lugar de Asturias que todavía no conocemos, Somiedo. Un lugar apartado, montañoso, tranquilo, bucólico, último refugio del oso pardo y como dice mi mujer "¡nos vamos a las montañas de Heidi!". Prometo video y fotos, jajaja.

La verdad, y quede entre nosotros, que la verdadera razón de esta mini escapada, es la celebración de nuestro cuarto aniversario de boda, que aunque unos días después (11 de mayo), siempre lo adelantamos para hacerlo coincidir con este puente. Parece mentira como pasa el tiempo...

miércoles, abril 26, 2006

Elogio de los libros

Aprovechando que hace un par de días fue el día del libro, quería comentar algo que me pasó, aunque pienso que es bastante más común de lo que imaginaba.

El pasado sábado paseaba alrededor de la casa de los abuelos de mi mujer. Esa preciosa casa en vías de desmantelamiento, que tantos quebraderos de cabeza me ha dado. El caso es que observé al lado del cubo de basura cuatro o cinco cajas de cartón. Una de ellas estaba ligeramente abierta. El caso es que mi vena "maruja", pudo más que mi sentido de la vergüenza al imaginar que alguien me viera hurgando en la basura.

¿Sabéis cual era el contenido de todas y cada una de esas cajas? Pues nada más y nada menos que libros. Los abuelos de Isabel se llevan prácticamente todo a Filipinas, excepto los libros. Como podéis ver en la imagen de arriba, no se tratan de simples revistas, sino más bien, en su mayoría, libros de Historia de principios del XIX, que vete tú a saber porque extraño motivo acabaron en la biblioteca de la casa.

Evidentemente, pedí permiso y ahora esos libros están en nuestra abarrotada casa-biblioteca.

No quiero cargar las culpas en la familia de mi mujer.

Por mi parte, hace unos diez años, observé en casa de mis abuelos paternos un atillo de libros, encuadernados en piel, que parecían muy antiguos, al lado de la puerta de entrada de la casa. Le pregunté a mi abuelo:

- ¿Qué hacen esos libros ahí?

Son libros antiguos, llevan en el altillo mil años, los voy a tirar.

Entre esos libros, que evidentemente nunca le dejé tirar, estaban libros de texto y cuadernos escolares de mi bisabuelo y mi tatarabuelo. Sus letras, sus primeros escritos y mil notitas insignificantes. No es por ser fetichista, pero nunca me podría haber perdonado el abandonar esos trozos de la Historia de nuestra familia.

No culpo a mis parientes. Nunca llegaron a apreciar la literatura. Nadie les inculcó el amor por la lectura. Nadie les dijo toda la belleza que encierran sus páginas. En fin, para que nos vamos a engañar... como la gran mayoría de los españoles. Estoy seguro que todos tenemos historias similares que contar.



Creo que la primera vez que sentí que amaba los libros, fue en ese pequeño pueblo asturiano ,templo de tranquilidad, al que acudo año tras año a reponer fuerzas. No tendría más de nueve o diez años. Era el día de San Juan, y delante de casa de mis abuelos existe la tradición de hacer una hoguera. Una hoguera inmensa que rivalizaba en altura con otras del pueblo y que los vecinos alimentaban con lo que tenían. Todo el día era un ir y venir de carros cargados con maderas, palos, restos de muebles, trastos viejos y sí, también libros.

No entendía porque querían quemar aquellos libros, letras impresas, dibujos, sabiduría acumulada, que ardería en cinco minutos. Me decidí a salvar la mayor cantidad de libros posibles. Los iba sacando del montón y los almacenaba en un escondite cercano. Todo iba bien hasta que me pillaron.

Uno de aquellos pirómanos me cogió de las orejas y me preguntó que demonios hacía. Entre sollozos le dije que salvar libros.

¡Salvar libros!, exclamó. Se rió a carcajada limpia, se rieron sus amigos, se rió medio pueblo. Cogieron los libros y los tiraron de nuevo a la pila de la hoguera.

Aquella noche fue la última que vi una hoguera de San Juan. Lloraba mientras aquellas hojas ardían. Algunas de ellas, en un esfuerzo inútil, salían volando por los aires, impulsadas por el viento, medio quemadas, en un vano intento de salvación.

Desde entonces mi amor por los libros no ha hecho más que crecer y crecer y nunca más he vuelto a ver una noche de San Juan en mi pueblo.

¿Por qué seremos tan profundamente ignorantes? ¿No han servidos siglos y siglos de dictadores, censuras e inquisiciones para que empecemos a valorar un poco más esos objetos de papel? ¿No somos capaces de valorar de una vez el tremendo poder de los libros? En ellos está la imaginación, la aventura, el drama, pero sobretodo el entretenimiento.

martes, abril 25, 2006

Lágrima fácil

Últimamente tengo la lágrima fácil, no se que me pasa pero veo vídeos como el que os pongo abajo y me emociono como un tonto. Desde hace algunos meses estoy en un foro de debate sobre adopción en Filipinas, y diariamente publican noticias interesantes, estremecedoras y toda suerte de relatos y vivencias de todo tipo que iré comentando poco a poco... tenemos todo el tiempo del mundo.

En fin, lo dicho, tengo la lágrima fácil. Me imagino que soy yo uno de los protagonistas y claro, pasa lo que pasa; y encima es problema mío por esta nueva afición mía a los vídeos:

Video 1

Video 2

miércoles, abril 19, 2006

Expediente Nº 08-AX-00434.6/2006

Después de unas cortísimas vacaciones, después de muchos lloros y tristezas en la despedida, después del adiós a unos abuelos "adoptivos" que siempre me han tratado como tal, dejamos para siempre el Sur. El coche como siempre lleno de cosas, pero esta vez de recuerdos regalados, pedazos y retazos de personas, lugares y sensaciones, que cada vez que los miremos nos harán recordar todos aquellos momentos buenos que pasamos junto a ellos... que fueron muchos.

De vuelta en casa, después de una caravana de ocho horas y media y con el alma y el cuerpo rotos, recibimos una pequeña luz de alegría, una pequeña y concisa carta de la Comunidad de Madrid.

Aceptan nuestra documentación e "inician", administrativamente hablando, el largo y tedioso proceso de Adopción Internacional. Desde ahora somos el número de expediente 08-AX-00434.6/2006. Qué número tan feo, ¿verdad? Feo o bonito una cosa está clara, nunca lo olvidaré. Ese número significa el inicio del fin de muchas, muchísimas preocupaciones, lloros, riñas y decepciones que he ido mostrando en los últimos meses y que seguiré comentando hasta el final del proceso.

El siguiente paso, si todo va bien, es un curso de formación en la Comunidad de Madrid, para ilustrarnos lo difícil y complicado que es todo el proceso de Adopción. Tres tardes, que si se cumplen los tiempos habituales de espera, tendrán lugar dentro de mes y medio o dos meses como mucho. Lamentablemente, me estoy empezando a acostumbrar a estos períodos administrativos que siempre se marcan por meses en lugar de por días... que es a lo que yo estoy acostumbrado en mi vida diaria.



miércoles, abril 12, 2006

Despedida

Esta tarde, a eso de las 6, cogeremos el coche, y una vez más nos enfrentaremos a los atascos de salida, de esta "bella" ciudad llamada Madrid. Pero esta vez hay algo diferente, algo que lo diferencia de otras vacaciones. Esta vez vamos a despedirnos.

Desde pequeño, siempre he estado muy unido a las casas donde he vivido o he conocido. Cada casa tiene sus olores, sus colores, sus sensaciones propias, en definitiva, su historia, que está en cada rincón y en cada pared. Muchas veces escuchándolas me he emocionado, he sonreído, he llorado y he aprendido multitud de cosas simplemente sabiendo escuchar. Observando, analizando y sintiendo lo que nos dicen. Sé positivamente, porque lo he sentido en mis propias carnes, que hay casas que te acogen y otras que te rechazan nada más verte. Todo es cuestión de saber mirar y escuchar.

Esta curiosa relación de amor con las casas me viene desde muy pequeño. Creo que fue con 7-8 años cuando por primera vez "robé" las llaves del piso de mis bisabuelos a mis padres. Era un piso antiguo, grande, muy grande, que se había cerrado en los años '40 cuando mi bisabuela murió. El piso, después de más de '40 años cerrado, estaba tal y como lo habían dejado, con todos y cada uno de los detalles. Los dormitorios, los salones, la sala de música... Allí, entre sábanas oscurecidas por el tiempo pasaba las tardes, explorando, observando y escuchando los ecos de esa casa que me hablaba y me quería.

Desde entonces cuando entro en una casa, la siento, noto su presencia y noto sus sentimientos. No podría vivir en una casa que no me transmitiera nada. Las poquísimas veces que me he mudado, he sufrido, he llorado y he sentido como la casa sufría por mi huída.

Mañana me empezaré a despedir de otra casa y ya lo estoy pasando mal. Mañana nos despediremos de una casa que ha acompañado a los abuelos de mi mujer durante mucho, mucho tiempo. Una casa grande, alegre, soleada y llena de amor. Los abuelos de mi mujer regresan a "morir" a su tierra, a su hogar, Filipinas. Dentro de un par de meses esa casa empezará a ser un recuerdo en mi cabeza. Un recuerdo agradable de cariño, de paz y tranquilidad. Dentro de un par de meses gente extranjera, empezará a ocupar y destruir poco a poco todos los recuerdos que durante más de 20 años fueron impregnando sus paredes. Sé que nadie volverá a cuidarla como sus actuales ocupantes, pero es la triste historia que arrastra tras de si la dilatada vida de nuestras casas.

lunes, abril 10, 2006

Joyas literarias

Últimamente las fuerzas vivas de la derecha española no paran de atormentar mi saturado buzón de correo electrónico. No suelo hacer caso a toda esa sarta de tonterías, apologías y sandeces que un día sí y otro también tratan de crispar mis nervios. Pero esta "bella" poesía que he recibido hoy es ya lo último, jajaja. Lleva por título el alegórico mensaje de : ¡Que bella es la ETA que ya no nos mata!, y dice así:

"¡Qué cosa tan grata!
¡La dicha es completa!
¡Qué buena es la ETA,
que ya no nos mata!

La banda feroz
se torna ursulina,
pues ya no asesina,
sangrienta y atroz.
Y suena la voz,
hinchada y chuleta,
del bobo sociata:
¡Qué buena es la ETA,
que ya no nos mata!

La paz se granjea
da igual de qué modo;
la paz ante todo;
la paz como sea;
la paz, guapa o fea,
parcial o completa,
costosa o barata...
¡Qué buena es la ETA,
que ya no nos mata!

Es tal la ilusión
que no hay que ser cauto;
total, ¿qué es la auto-
determinación?
¡Que sean nación,
de forma discreta,
sin darnos la lata!
¡Qué buena es la ETA,
que ya no nos mata!

¡Qué lindo alto el fuego!
¡Y qué permanente!
¡Qué tierna, esta gente!
¡Qué dulce sosiego!
Y así, como un juego,
en sede secreta,
la paz se contrata…
¡Qué buena es la ETA,
que ya no nos mata!

Las víctimas son
chinchosas, molestas,
bastante aguafiestas,
con tanta objeción...
¡Silencio! ¡Chitón!
¡Que no se entrometa
la víctima ingrata!
¡Qué buena es la ETA,
que ya no los mata!

Fray Josepho "

Y luego se preguntan porque la Cultura se fomenta siempre desde la Izquierda... en fin.

martes, abril 04, 2006

Cerrado por enfermedad



El sábado me atacó. Desde el sábado llevo metido en la cama con una gripe de esas de las que este año no hay. Tos, fiebre muy alta y malestar general...en fin, que no me olvido, y muy pronto volveré a pensar y mirar muy alto, al cielo, para desde allí, narrar las cosas que le ocurren a este oxidado autómata.

Mil besos